Aquel día… Sentía que llegaba tarde.
Estaba nerviosa, no sabia ni mirar la hora.
Decidí salir del coche en el cual me había llevado un
familiar. Me acerqué al lugar y no veía a nadie; pasaron mil y un cosas por mi
cabeza hasta que de repente le vi.
Estaba arriba y pensé, ¿Subo?, ¿Corro?, ¿Le abrazo? Mil preguntas vinieron a mi
mente, pero mis pies no se movían, estaban quietos, decidí dar unos pasos. Cada
vez estaba mas cerca. Le tenía a mi lado y las preguntas volvieron a mi cabeza.
No sabia si darle dos besos o que hacer. Decidí saludarle. Ninguno de los dos sabíamos
que hacer en aquel momento.
Después de un largo paseo, paramos para descansar y
entre chincharnos y así se nos fue el
tiempo volando. Pero aquel momento en el banco fue especial.
Yo desde el primer momento en el cual nos sentamos presentí
que algo especia pasaría…y ese algo tan especial llegó; el beso, nuestro primer
beso. En el momento de besarlo mi cuerpo se paralizó y mi mente estaba en
blanco. Cuando aquel beso tan especial finalizó, yo no sabía que hacer, solo
tenía clara una cosa, que ese beso no sería ni el primero ni el ultimo y que
nunca me alejaría de él.
La tarde no quedo solo en un beso, seguimos dando un paseo
hasta que vimos que la hora se nos echaba encima.
Había llegado el momento de despedirnos y yo no quería irme,
no quería despegarme de el, pero finalmente tuve que montar en el metro.